Cada tormenta trae consigo la esperanza de que por la mañana todo volverá a estar limpio de nuevo y que hasta las manchas más perturbadoras habrán desaparecido; así como las dudas de su inocencia, o las consecuencias de su error.
Aguardamos a que pase la tormenta esperando lo mejor, aunque en el fondo nosotros mismos sabemos que algunas marcas son tan indelebles que nada podrá lavarlas.