Muere lentamente quien se transforma esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina, no se arriesga a vestir un nuevo color
o a conversar con desconocidos.
Muere lentamente quien evita una pasión
y su remolino de emociones,
aquellas que rescatan el brillo en los ojos y los corazones decaídos.
Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su amor,
quien no arriesga lo seguro por lo incierto para ir detrás de un sueño.